En 1983, la tensión entre la Unión Soviética y Estados Unidos seguía vigente, por tanto, ambas superpotencias se vigilaban la una a la otra y sus sistemas de detección escudriñaban los cielos para detectar cualquier movimiento o inicio de ataque. La inquietante estrategia de disuasión nuclear se basaba, principalmente, en el hecho de que ambos arsenales podrían destruir a ambos bandos y, por tanto, si alguien disparaba, al otro (aunque estaba abocado a la muerte) tendría margen suficiente para disparar su arsenal y aniquilar al otro (la autodestrucción total). Es decir, si el NORAD de Estados Unidos detectaba misiles soviéticos, Estados Unidos lanzaría todo su arsenal como respuesta y viceversa. Por tanto, cualquier tipo de señal o detección de ataque era susceptible de activar todo el sistema de respuesta (un protocolo bastante tabulado que requería bastante sangre fría y, sobre todo, no dejaba lugar a muchas dudas).
En septiembre de 1983, la situación entre Estados Unidos y sus aliados frente a la Unión Soviética era bastante tensa, el Vuelo 007 de Korean Air con 269 pasajeros de Corea del Sur había sido derribado por entrar en el espacio aéreo soviético, la OTAN había organizado unas maniobras (Able Archer 83) y la red de espías del KGB informaba a Moscú que Estados Unidos y sus aliados estaban preparando un ataque contra la Unión Soviética. Con esta pre-alarma como contexto, el Teniente Coronel Stanislav Petrov estaba en su puesto como oficial de guardia en la madrugada del 24 de septiembre de 1983 en el búnker Serpukhov-15 de Moscú, lugar en el que se controlaba el sistema de alerta temprana del mando de misiles; aunque esa noche no le tocaba estar de guardia.
El sistema OKO (ojo en ruso) era el sistema de alerta temprana que usaba la Unión Soviética, un sistema basado en satélites que apuntaban a las principales bases de lanzamiento y que, por tanto, servían para detectar lanzamientos de misiles. Los satélites soviéticos “miraban al horizonte” con la idea de detectar la silueta de un misil en contraposición a la “oscuridad del espacio” manteniéndose en una órbita especial denominada Molniya. El sistema apenas llevaba un año en funcionamiento y, por tanto, ése era su primer equinoccio de otoño.
A las 00:14 hora de Moscú, las alarmas del búnker comenzaron a sonar cuando uno de los satélites detectó el lanzamiento de un misil desde la base de Malmstrom (Montana) que tenía un tiempo esperado de impacto de unos 20 minutos. Según el protocolo establecido, Petrov, que era el oficial de guardia, tenía que poner en marcha el protocolo de respuesta (un contraataque) y avisar a sus superiores, sin embargo, Petrov no actuó tal y como había sido entrenado. Para Petrov, que Estados Unidos iniciase su propia aniquilación lanzando un misil era algo que no tenía sentido. Dado que su puesto era intermedio, es decir, cursaba la información de los operadores del búnker y la pasaba a sus superiores en la cadena de mando, el Teniente Coronel decidió esperar porque intuía que el sistema estaba equivocado (y no era el primer error que tenía este sistema) y ordenó cancelar la alarma.
Poco después, las alarmas mostraron un segundo misil al que siguieron otros 3 más, haciendo un total de 5 misiles en el aire. Las alarmas seguían sonando y Petrov seguía sin dar la alerta a sus superiores porque 5 misiles seguían siendo pocos (frente a la respuesta que podía dar la Unión Soviética).
La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misilesPetrov quería esperar la confirmación del sistema de radar de tierra, una confirmación que acotaba a unos minutos el margen de respuesta y actuación (poniendo en peligro vidas de sus compatriotas) pero que, sin embargo, permitirán confirmar que el ataque era o real o que, simplemente, estaba en lo cierto y el sistema se equivocaba. Pasó el tiempo y el radar de tierra confirmó las sospechas de Petrov de que todo era un fallo. Todas sus decisiones y los datos recopilados formaron parte del diario de operaciones de aquella noche y el superior de Petrov, el General Yuri Votintsev, fue informado en todo momento de la “falsa alarma” y la espera de confirmación. Tras finalizar el incidente, el General Votintsev le prometió a Petrov que éste sería homenajeado por haber salvado al mundo de una guerra.
¿Y qué pasó realmente? Lógicamente, el fallo del sistema y el incidente fueron sometidos a una investigación que determinó que el Sol, la Tierra y el satélite OKO habían experimentado una extraña alineación que hizo que la luz solar reflejada en las nubes de altas cotas se confundiese con el lanzamiento de un misil, activando así la red de alarma.
El Teniente Coronel Petrov lejos de ser homenajeado (o considerado Héroe de la Unión Soviética, la más alta condecoración del país), fue también investigado y las autoridades militares llegaron a la conclusión de que actúo de manera indisciplinada. Según los militares, Petrov debió seguir la cadena de mando e informar a sus superiores, dejando a éstos la capacidad de decisión. Aunque Petrov no fue ni juzgado ni sancionado por el incidente, fue transferido a puestos de menor responsabilidad (puesto que perdió la confianza de los mandos) y se le ordenó mantener el incidente en secreto (y así fue hasta 1998, momento en el que el general Votintsev reveló en sus memorias el incidente). Al poco tiempo, Petrov se retiró del ejército con el grado de Teniente Coronel (no llegó a ascender en el escalafón) y, durante varios años, tuvo problemas nerviosos y de ansiedad como consecuencia de estos 15 minutos de tensión.
Simplemente hacía mi trabajo, fui la persona indicada en el momento adecuado. Eso es todoPara conocer algo más de esta historia vale la pena echarle un vistazo al documental The Red Button and the man who saved the world donde el propio Petrov cuenta la historia de lo que sucedió aquella noche del 26 de septiembre de 1983.
Imágenes: Kurir y Professor Elliot
Via: http://alt1040.com/2012/08/stanislav-petrov-guerra-nuclear
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